Dominus, auditis his verbis coniugis, iratus est valde;
tradiditque Ioseph in carcerem, ubi vincti regis custodiebantur. Et erat ibi clausus.
Génesis 39,19-20
[Al oír las palabras de su mujer, su patrón se enfureció,
hizo detener a José, y lo puso en la cárcel donde estaban recluidos los prisioneros del rey. Así fue a parar a la cárcel.]
De sobra es conocido el interés desmesurado de los ideólogos de género en negar la existencia de denuncias falsa en el ámbito del derecho de familia. Para ellos toda criminalización de las relaciones familiares es justa pues (i) si la mujer denuncia es que el hecho es cierto; (ii) los hechos, aunque pudieran parecer intranscendentes, son siempre de gravedad extrema, pues son manifestación patente de un acto de dominio del varón sobre la mujer.
No ocuparemos hoy del primer punto, el de la infalible certeza de todo hecho denunciado (es decir, sobre la santificaciónde la mujer en cuanto a la imposibilidad de que mienta). Para otro momento dejaremos el segundo.
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